El Lector Y La Etiqueta
Un sistema de identificación por radiofrecuencia –RFID- está compuesto por un lector y una etiqueta que se comunica, de forma inalámbrica, a una frecuencia determinada. Además, algunos aseguran que los lectores, las antenas y las frecuencias; son la base de un sistema de identificación por radiofrecuencia.
Un lector RFID es en realidad un radio como el que se tiene en el coche o en casa, sólo que el lector RFID recoge señales análogas. Dicho lector produce electricidad que corre por un cable y que luego choca con una pieza de metal en la antena. Aparte de generar la señal, que viaja de la antena al espacio, el lector también toma la respuesta de la etiqueta. De este modo, se podría decir que este lector es como una máquina avanzada de clave Morse, pero en vez de líneas y puntos se transmiten ondas análogas.
En un sistema RFID, el lector puede estar conectado a una o más antenas, las cuales también cuentan con un diseño especial para un máximo desempeño. Lo cierto es que lo importante es entender cómo el lector crea una señal electromagnética y cómo la antena la transmite a determinada zona. Esta zona es conocida como zona de interrogación y es un campo de radiofrecuencia, que puede ser visto como una burbuja gigante que sale de la antena.
Si el lector transmite una señal, necesita algo que la reciba y ese algo es la etiqueta. Una etiqueta RFID se compone de dos partes básicas: un chip, o circuito integrado, y la antena. El chip es un dispositivo muy pequeño que almacena una serie única de números y que sabe qué hacer cuando está enfrente de un lector. Además, la antena le permite al chip recibir potencia y comunicarse, con lo que se establece un intercambio de datos entre la etiqueta y el lector.
Algunas etiquetas son activas y cuentan con una bacteria para impulsar su comunicación. No obstante, la mayoría de las etiquetas en el mercado son pasivas, lo cual quiere decir que sólo se comunican cuando están en el campo electromagnético de un lector. Cuando esto sucede, la etiqueta toma suficiente energía de ese campo y así transmite información. El tipo de comunicación que permite que se dé este intercambio se llama retrodispersión. En la retrodispersión el lector envía una onda electromagnética, a una frecuencia específica, y ésta onda choca contra la etiqueta y ésta la devuelve a una frecuencia diferente, con la información codificada del chip.
Un control de acceso puede convertirse en un mecanismo de seguridad muy poderoso, si cuenta con un lector de patrones oculares, un escáner de huellas, etc. De hecho, los sistemas biométricos son excelentes mecanismos de seguridad.
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